Desde siempre me ha fascinado analizar situaciones y proponer soluciones a través del diseño. Eso fue lo que me llevó a estudiar arquitectura y posteriormente a realizar una reconversión profesional hacia el UX design. Para mí son la misma profesión: se trata de idear y construir espacios, físicos o digitales, que la persona ha de recorrer de una manera sencilla e intuitiva para desarrollar una serie de acciones (escuchar música en una sala de conciertos, escuchar música en una plataforma de streaming…). Reflexionar acerca de cómo son estos espacios, de cómo los recorremos y de cómo lo construimos me parece apasionante.
Mis referencias han sido compañeros de profesión con los que he tenido la oportunidad de conversar antes de realizar los estudios de UX, personas que, viniendo de distintos sectores como la arquitectura, el diseño industrial o la psicología, me descubrieron esta disciplina tan humana y tecnológica a la vez.
Les diría que, si les interesa y les llama la atención, se adentren en ese mundo a través de lecturas, podcasts, conversaciones…; que vayan descubriendo la disciplina poco a poco y que una vez que lo tengan claro vayan a por ello sin dudarlo. El UX design es una profesión multidisciplinar en la que muchos perfiles tienen cabida, desde los más analíticos hasta los más creativos, e incluyendo a los más tecnológicos.
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Desde pequeña siempre me ha interesado mucho la ciencia, aunque no tenía muy claro en qué dirección quería ir. No fue hasta hace relativamente poco que descubrí que quería dedicarme al desarrollo de software. En un primer momento decidí estudiar química, pero con el tiempo me di cuenta de que realmente no me veía dedicándome a eso en el futuro.
Entonces, tras muchas dudas, decidí dar el paso y estudiar desarrollo de aplicaciones web, aunque no estaba segura de si realmente era algo que me apasionaría. Por suerte, al final descubrí que sí, y me encanta dedicarme a esto. En gran parte, considero que fue gracias a los profesores que tuve, que supieron ayudarme a ver el camino y transmitirme esa motivación e inspiración, a pesar de lo difícil que parecía al principio.
A día de hoy, lo que más disfruto del desarrollo de software es que además de ser una disciplina tecnológica, es también algo muy creativo. Me encanta ver cómo las ideas y el código se transforman en productos reales, con un impacto real.
Por último, a quienes estén pensando en dedicarse a esto, les diría que no tengan miedo de dar el paso y probar. Es normal que al principio sea abrumador, pero con tiempo y práctica, se puede conseguir. Y especialmente a las mujeres, que no se dejen intimidar por un ámbito que de primeras parezca para hombres, porque en la ciencia siempre habrá un lugar para nosotras, y cada vez somos más las que decidimos dar este paso.